domingo, septiembre 12

Velvet

La mañana era calurosa aunque apta para emprender otra burda jornada que comenzaba. Caminar por el mismo sendero día a día hace, en muchas ocasiones, que un camino sea más extenso que los metros que lo conforman. Por eso intentaba, vanamente, alternar recorridos, buscando no la distancia más corta, sino la distancia justa.
Hoy cuando recorría las cuadras que una vez fueron mi escondite, mi planeta infantil y misterioso, no lograba ya encontrar en ellas alguna magia. Los sueños habían cedido a ciertas realidades, aún así, siempre creí que las ficciones, antes de que alguien las sueñe, debían haber sucedido.
Durante ese amanecer una esquina me remontó a una desconocida cuadra, a una calle nunca antes recorrida.
Al principio no me percaté de eso, pero irrumpiendo en la repetición apareció una imagen, absoluta por pequeña, una flor en un patio.
Era una ...... bordo, tan hermosa que me obligó a detenerme. Era inaudito, no porque nunca hubiera visto una flor, sino porque esta era completamente de terciopelo.
¿La soñaba o la veía? ¿Acaso una planta podía tener una flor de terciopelo?
Mientras la observaba me di cuenta que nunca había estado en esa calle, y por extensión, nunca había visto ese patio.
Ensimismado, de mis labios se escapo casi sin desearlo la palabra velvet.
Entonces una palabra surgió en ese vacío y descubrió el silencio que no había notado.
En inglés fueron las palabras que oí, me fijé en quien las había pronunciado para replicar un escueto si. Luego agregué significa terciopelo en inglés
Vi la persona que estaba en ese patio y me sorprendió ver a un niño que acaso no tendría más de doce años, él era quién me había hablado.
Me recordó el título de una película me expliqué sin obligación alguna.
¿Cuál? preguntó aquel diminuto ser humano.
Blue velvet contesté.
Terciopelo azul sentenció sonriendo satisfecho y continuó me gusta, aunque no sea el color de esta flor.
Esta es bordo afirmé.
Vino me corrigió mientras observaba algo distante la flor.
Nunca supe de colores, y además, con la somnolencia en la que me encuentro, las pequeñas diferencias son inmensamente pequeñas argumenté en mi defensa, y alentado por mi verborragia, pregunté ¿Viste la película Terciopelo Azul?
Nunca vi la televisión fue su respuesta.
Eso es prácticamente imposible, toda persona vio la televisión alguna vez ¿también vas a decir que nunca leíste un libro? lancé apresurado ante aquel chiquillo que parecía divertirse a mi costa.
El inmemorial rito de la lectura nunca me fue vedado, mientras que las invenciones artificiales del hombre, para paliar la insignificancia de su vida, nunca me resultaron interesantes explicó aplastándome con su mirada, confiado en sus filosas palabras.
¿Nunca viste la televisión con tus amigos siquiera? pregunté intrigado.
No tengo amigos dijo mostrando una lúgubre sonrisa. Esta es la primera vez que habló con una persona de hecho.
¿Y tus padres
? continué adentrándome en sus gestos, tratando de descifrar alguno de sus pensamientos .
No tengo padres dijo tan naturalmente que su ingenuo rostro pareció el de alguna figura mítica, se volvió casi intolerable al ojo humano.
¿Cómo? es absurdo y me reí, de la flor de terciopelo y de esa mañana, de sus palabras y de su rostro, de mi temor infantil a lo imposible.
Entonces comenzó a reírse. Su risa era una atracción demasiado poderosa, la misma que nacía desde su mirada.
Lo miré perplejo para preguntar ¿Qué es tan gracioso?
Tan solo me miro para decir
Usted todavía no entiende, solo esto puede existir, la flor, usted y yo. Y aguardó unos segundos como si se empapara del silencio matinal, y continuó esto sucede porque alguien quiso que así fuera, nada más puede existir. Yo en realidad no existo, nunca existí.
Al principio lo miré confundido pero después también yo comencé a reír.
Dije con sorna entonces yo tampoco existo¿no?.
Me miró a los ojos con la tranquilidad del que carga con la verdad y luego de suspirar con esfuerzo proclamó claro que no existe, ¿acaso no se dio cuenta? somos solo palabras.

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