sábado, septiembre 11

Florerías

Podría buscar en ese kiosco. Ella sonrió y dijo, llevame a casa, de camino compramos las galletitas.
Eran esas que no pueden dejar de morderse, de membrillo pensé. Ella dijo de dulce de leche.
Estoy muy confuso ahora, con esto de amar en la madrugada, de que sea invierno.
Subí esa escalera en medio de la florería, me sentí extraño, quizás era por las enredaderas que trepaban por las paredes, eran verdes y llenas de pequeñas y nervosas hojas.
La puerta que abría al bar era y es aún hermosa, áspera y anciana, de otro tiempo, como aquello de nosotros.
Esta vez fui solo, solo deseaba recordar el momento en que descubrimos una verdad universal, solo nosotros podíamos descubrirla, no le importo a nadie más, eso estaba bien, eso estuvo bien.
Ahora despintas paredes en algún lugar y yo me voy a esa florería a esperarte.
Algún día te veré entrar.

Un café, por favor.

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