sábado, diciembre 18

Eventualidades cíclicas

La bicicleta estaba cubierta de óxido y pintura derruida, los rayos era navajas dispuestas a repeler el contacto humano.

Tuvo que remover la bici de entre desperdicios y recuerdos, el altillo estaba mal iluminado y en su expedición se golpeó varias veces, aunque no le dio importancia.

Lo primero que tuvo que mover fue un triciclo(amarillo en su base, verde el manubrio, unos pedales de acero culminados en plástico azul, quizás negro) que le perteneció.

Al agitar el polvo (que cubría todo) estornudó, se pasó el dorso de la mano por el rostro y olió la polvareda, su asquerosa porosidad.

Se alejó para recobrar aire, luego, antes de sentarse , atrajo hacia si el triciclo. Le sacudió el polvo de encima y se quedó contemplándolo.

¿No había rojos?

No

Pero yo quería rojo

Ya sé, pero no había

¿No existen los triciclos rojos?

Existen, pero donde fui, lamentablemente, no había

Tendrías que haber ido adonde había ..¿no?

Se rió profundamente, mostrando todos los dientes. No recordaba como había terminado esa charla con su padre, quizás en una cachetada o en un silencio. Ya ni siquiera podía afirmar si era cierta. Tampoco importaba.

Hizo rodar por el suelo de madera el pequeño triciclo verde. Chilló un poco y golpeó contra una pila de papeles.

Luego, sin más juegos, sacó por completo la bicicleta. Su estructura era anticuada. Esta fuera de moda pensó, pero no lo dijo.

Sonrió y meneó la cabeza ante esa idea.

Comenzó a examinar la bici, estaba desinflada y cubierta de mugre. Con un trapo la limpio superficialmente. Algo de grasa se coló bajo sus uñas y se sintió niño otra vez.

De su frente cayeron unas gotas de sudor, aun así, continuó en su faena y limpió en profundidad. Luego, sin detenerse, la levantó y giró la rueda delantera, se trabó un segundo pero continuó rodando.

El repiqueteo de las cucharas (plásticas, de helado, multicolores) entre sus rayos se fue apagando.

Se sentó encima para probarla, puro fierro pensó. Si lo soportaba a él, su hijo no debía tener problemas.

Se quedó en silencio y volvió a apoyarla en el suelo. Colocó la cadena que, aún seca, conservaba grasa entre sus eslabones. Tomó el pedal y comenzó a girarlo con fuerza, haciendo círculos, revolviendo el aire.

La rueda giró frenética. Impulsivamente la frenó con su mano e hizo una mueca de dolor, se había lastimado un poco. Acomodó la bici en el suelo y se levantó sacudiendo su ropa.

Fue hacia la escalera y comenzó a descender del altillo, antes de que su cabeza desapareciera miró otra vez la montaña de basura.

No te hagas problema, te voy a comprar una nueva se escuchó desde abajo antes de que la rueda se detuviera, ahí, oculta entre el polvo.

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