domingo, mayo 15

Encomiendas


La silenciosa tarde se rompió con un estridente timbrazo. Terminé mi cigarrillo antes de ver por la ventana, era el cartero. Lo saludé. Hablé un rato con él de trivialidades como el tiempo, la vida y los perros. Firmé donde debía y lo despedí cortésmente luego de que me entregó una pequeña caja. Entré en mi casa y la abrí despreocupado en aquel día de lluvias otoñales.
Recuerdo que las hojas muertas se acumulaban en mi patio. Y un dibujo indescriptible se escondía detrás de las nubes.


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